viernes, 27 de abril de 2012
sábado, 21 de abril de 2012
Convivencia Generacional
De
la sucesión a la convivencia
Hasta hace algunos años las principales preocupaciones con respecto a la
cuestión generacional en el ámbito laboral estaban ligadas a la transmisión del
bagaje de conocimientos de una generación a otra, a la adaptación al mundo del
trabajo por parte de los jóvenes, a la sucesión en los puestos de jefatura y
dirección. Así, la conformación del “semillero” y la inducción requerida para
que “se empaparan” de los hábitos y valores necesarios y se incorporaran a la
cultura de la empresa cuyos “secretos” pasaban de generación en generación,
junto con el diseño de carrera y la preparación de sucesores, se transformaron en los programas más habituales,
encarados formalmente o de manera informal. Así vimos nacer programas de
jóvenes profesionales, planes de carrera y desarrollo de sucesores.
Es interesante observar la lógica detrás de estos programas para
descubrir la profundidad del cambio: se
fundamentan en la ”sucesión” más que en la convivencia de generaciones, la
edad y la antigüedad son valores
preciados, aprender a hacer las cosas como el predecesor es una clave. Esta pequeña enumeración de algunos aspectos
permite observar que la idea que hay detrás es la de la “evolución”, un cambio
paulatino dentro de un contexto bastante estable, en el que los reemplazos los
resuelve la empresa en función del crecimiento y las incorporaciones se dan por
cuestiones “vegetativas”, mayor volumen o la incorporación de nuevas líneas.
En estas empresas difícilmente dirigieran los jóvenes, era común que
los ascensos fueran producto de la antigüedad, y la jubilación de unos la
posibilidad de otros. A lo sumo, 2 generaciones convivían en la organización y el
lugar de cada una reflejaba cual espejo los roles familiares: el ímpetu de los
jóvenes, la experiencia de los mayores…
Es interesante observar cuán profundamente esta forma particular de entender
el paso del tiempo y sus consecuencias constituye un modo de comprender la
realidad que para muchos de quienes hoy están en las empresas es “lógico”,
“natural”, y estructura los análisis y las propuestas de un modo poco consciente;
como ocurre al conducir el auto, hay movimientos “automatizados”, formas de
mirar por los espejos, de “escuchar el motor”, de decidir el cambio adecuado a
cada marcha.
Las cosas han cambiado mucho y muy profundamente: sin dejar de tener
valor los programas destinados al desarrollo de sucesores –que hoy revisten
unas características algo diferentes- , hoy
gana terreno la preocupación por la “convivencia” de generaciones con
perspectivas profundamente diferentes en contextos menos estructurados y con carreras
menos predecibles. Ya no se trata sólo de unas generaciones “sucediendo” a
otras, sino de la coexistencia de
varias de ellas con valores, modalidades y perspectivas diferentes: la expectativa de vida se ha extendido en el
sentido más amplio del término. No sólo se vive más años, se vive de manera
activa, con salud, vitalidad, lucidez e intereses y, por ello, es absolutamente
natural que las personas trabajen mucho más allá de la edad prevista para la jubilación. A la vez,
los jóvenes desde que ingresan al campo laboral pretenden un espacio para sus
opiniones y manejan con mayor facilidad sistemas y herramientas que la empresa
necesita incorporar, lo que les da cierto poder desde el inicio. No conciben el
tiempo ni la distancia del mismo modo, casi todo el conocimiento que ha llevado
siglos se encuentra a un click, al igual que los vínculos posibles. La idea de
que alguien “transmite” y otro “incorpora” y repite es cuestionada hasta en la
escuela.
Es que hoy “conviven” en la empresa entre tres y cuatro generaciones no
sólo compartiendo un espacio, o un trabajo, sino también decisiones que los
involucran como pares, o bien en diferentes vínculos jerárquicos en los que los
más jóvenes pueden ser quienes ocupen los puestos de mayor jerarquía. La edad o
la antigüedad ya no son los aspectos que priman a la hora de escoger quiénes
tienen aptitudes para dirigir, lo que altera las “leyes de sucesión” propias de
la familia o del campo laboral de hace algunos años.
Si cuando se trataba de dos
generaciones resultaba muchas veces dificultoso comprender y aprovechar ambos
puntos de vista sin subestimar uno ni otro, la situación actual propone un
verdadero desafío: se trata de más generaciones, de universos de significados
más distantes, pero a la vez, se trata de un momento particular, en el que
entre las primeras de estas generaciones y las últimas, especialmente la que
hoy se está incorporando, se abre una
brecha como nunca antes.
Se trata de un fenómeno mundial, de una realidad que impacta en todas
las organizaciones, pero –evidentemente- es en las empresas pequeñas y
especialmente en las familiares donde “retumba” más debido a la importancia que
las relaciones interpersonales toman y al modo habitual de tomar y transmitir
decisiones en ellas.
En el caso particular de las empresas familiares, esta situación merece
un delicado tratamiento, ya que puede ocurrir que aquello que resulte
conveniente para la empresa encuentre obstáculos en las reglas implícitas
familiares.
Cuatro generaciones en la Empresa
Sin
pretender una definición única o exacta con respecto a fechas, las generaciones
presentes en la empresa actual son:
- los mayores
o “tradicionales”, (nacidos antes de 1946 o antes del fin de la segunda
guerra)
- los “baby
boomers”, nacidos entre 1946 y 1964 aproximadamente
- la
generación “X”, nacidos entre 1965 y 1980
- la
generación “Y” o del milenio, nacidos después de 1980
La perspectiva generacional
mencionada también aplica al trabajo: el valor del trabajo en sí, la idea de carrera, de profesión, de
responsabilidad, el valor de los horarios y las rutinas, el equilibrio entre la
vida laboral y la familiar, la perspectiva del trabajar hoy para disfrutar
mañana, el ahorro, el empezar de cero, el tiempo libre y la vida de relación,
la interacción con compañeros y el criterio de autoridad, las formas de
intercambio y comunicación, la sucesión o simultaneidad en las tareas, entre
otros aspectos, tienen un significado muy diferente para unos y otros.
Las cosas han cambiado, decimos todos, pero muchas veces no dimensionamos
la profundidad de este cambio. Las diferencias que aquí se mencionan no son del
tipo de las que se “liman con el tiempo”, como ocurría años atrás cuando se
entendía que los jóvenes comprenderían la perspectiva de los adultos cuando
maduraran y allí pensarían igual que ellos.
Aún con los riesgos que traen las generalizaciones, algunos ejemplos
servirán para visualizar esta perspectiva:
Las personas pertenecientes al grupo
tradicional se han criado en familias “tradicionales y estables”, con
decisiones “para toda la vida”, alrededor de experiencias de trabajo en las que
la aspiración era “hacer carrera” en una empresa en la que se permanecía hasta
la jubilación y a la que entraban los hijos de los empleados quienes
reportarían a los hijos de los dueños. Aprender las rutinas de trabajo, el
cumplimiento de horarios, trabajar duro, ser leal a la empresa son valores en
los que se forjó esta generación con una perspectiva de lo que significa la
autoridad y el respeto y donde el mundo es su comunidad y hasta las regiones
más cercanas quedaban lejos. El esfuerzo para esta generación es un valor en
sí, el mérito es fundamental. Han visto el esfuerzo de reconstrucción post
guerra, el de los inmigrantes.
Los “boomers” crecieron en
plena turbulencia, en rebelión frente a los valores tradicionales; la idea de
triunfo, éxito o carrera mutaba, la competencia toma otro espacio y se
transforma en valor, la lucha por un futuro mejor, por la paz, la participación
social fue parte de sus vidas de algún modo. El ingreso masivo a la
universidad, el lugar de la mujer en el trabajo una conquista. Estaban
destinados a tener una vida más holgada y mejor que la de sus predecesores. La
libertad era una bandera y las conquistas laborales parte de los derechos por
los que era importante bregar.
La generación “x” ya no cree
en una elección para toda la vida, han visto caer los modelos anteriores,
cuestionan a sus mayores el haber dedicado “tanto” al trabajo o a las
diferentes formas de militancia social o política que no han mostrado
“resultados”. La preocupación por la actualización permanente para mantenerse
competitivos, la búsqueda de diseños de carrera “individuales” es consistente
con organizaciones que ya no albergan para toda la vida, y con una expectativa
de vida mucho mayor, que permite volver a elegir pasados los 40. Suelen cambiar
de empresa y valoran su autonomía y criterio para tomar decisiones, lo que se
ve también en relación a las elecciones de pareja, por ejemplo. Valoran
fundamentalemente los resultados, no hay por qué sostener lo que no prospera. Los
horarios y la rutina tienen menos valor, viajar se hace accesible y deseable,
al igual que atravesar diferentes experiencias.
La generación “y”, está compuesta
por personas que tienen menos de 30 años, que han crecido en un mundo que no da
garantías, con ataques repentinos e imprevistos, crisis económicas y
financieras, catástrofes naturales, pronósticos que no se cumplen. La
globalización es un hecho con consecuencias positivas y negativas. Cualquier
lugar está al alcance. La tendencia es a vivir el presente, a experimentar, a
lo inmediato. Disfrutar y “no atarse”, decisiones transitorias respecto a la
vida en general y el trabajo en particular: lugar de residencia, carrera, modo
de vida, pareja, formas de divertirse o comunicarse. La noción del tiempo y del
espacio, de lo que es posible están signadas por el avance de la tecnología que
han mamado desde que nacieron y les da la posibilidad de la inmediatez y el
acceso a la información on line. Se puede trabajar desde cualquier lugar y a
cualquier hora. Se puede alcanzar y conocer todo en un clic, las relaciones son
“horizontales”, sin protocolos, rápidas, cualquiera puede dirigirse a su jefe
mientras tenga su mail. Hay un nuevo concepto de ciudadano, de cuidado, de
salud que también se transfiere al ámbito de trabajo.
Sólo se han descripto más arriba algunas características. Cada una de
estas generaciones tiene un vínculo diferente con la globalización, con la
manera de estructurar ideas y trabajos, la propia concepción del cambio resulta
diferente en cada caso, al igual que la sensación de “lo posible”, hoy todo
puede ser inventado, que algo no exista hoy o no esté accesible no
necesariamente descarta una idea.
Se trata de un fenómeno conocido por todos aunque pocas veces analizado
en profundidad en la empresa y especialmente trabajado para convertir en
fortaleza aquello que suele ser fuente de conflicto o barrera para avanzar en
el trabajo en común, haciendo sentir desvalorizados a unos y otros.
Las empresas necesitan de todas estas miradas porque son las de sus clientes, las de sus
proveedores. Para poder aprovecharlas es necesario tomar conciencia de que
ninguna es por sí la “verdadera” y trabajar en diferentes modos de interacción.
No se trata de “aceptar” que el conflicto tiene que ver con inevitables
diferencias generacionales, sino de trabajar sobre ello y con ello para obtener
resultados.
A modo de conclusión
Si resulta importante gestionar adecuadamente estas cuestiones en
cualquier empresa, lo es más aún en las pyme donde -por característica y tamaño-
los vínculos personales tienen un impacto mayor, y –por supuesto- en las
empresas familiares por las implicancias
que adquiere la interacción intergeneracional, que trasciende la vida laboral.
Abuelos- padres y nietos se encuentran hoy en condiciones de tomar decisiones
en las empresas, y muchas veces la vieja idea de “sucesión”, de esperar a que
uno no esté para que el otro ejerza, o de pensar que sólo una generación por
vez puede actuar de “dueño” puede ser un verdadero obstáculo que provoque que
quienes no encuentren su lugar, emprendan otros caminos, de modo de poder
crecer y tomar sus decisiones, de evitar discusiones y dolores, resultando muchas
veces una pérdida para todos.
Incorporar la perspectiva intergeneracional, su diversidad y su riqueza
no sólo permite comprender mejor, sino también enriquecerse y aprovechar lo que
cada generación puede aportar al planeamiento y a la gestión empresaria, al
desarrollo de negocios. Miradas más ingenuas tomarán esto desde una cuestión de
clima laboral; sin embargo, aún cuando sin duda es necesario un clima propicio,
de respeto y adecuada valoración, el verdadero cambio está en tender puentes
que focalicen los diferentes puntos de vista en función de objetivos comunes.
Eso es válido para todas las generaciones.
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